Escrito presentado al reto Dando todo por tu amor,
del grupo Libertad en éxtasis.
Llegaste para salvarme, para sanar las heridas de mi alma, para aplacar con tus sabias palabras toda la zozobra que me embargaba. Apaciguaste mi espíritu moribundo, y con tu ternura lo hiciste revivir; mi boca volvió a sonreír ante tanta pureza, ante tanta bondad, ante tanta franqueza, sorprendido por tanta dulzura, maravillado por haber conocido un ángel en la tierra. Siempre presta a escucharme, siempre generosa con tu hábil verbo, con esos románticos versos que hechizan mis oídos, con esa voz acaramelada, tan suave y tan sensual, que me enamora; con esos preciosos labios de miel que parecen llamarme y me atrapan con su melodía. Confieso que me seduce la música de tu boca, que me devuelve el sosiego y me cautiva; que quisiera robarte millones de besos, devorar todas tus estrofas y acariciar tu piel canela y sedosa; deslizar pausadamente mis manos hasta que se perdieran por tu larga y oscura melena, y que mis dedos jugueteraran con tus ondulados cabellos; apartarlos delicadamente de tu cara cuando cayeran junto a tus tostadas mejillas y me privaran de la inocente y pasional mirada de tus grandes ojos pardos. De esos grandes ojos pardos que me deslumbran cuando en mí se clavan, o aún cuando los contemplo desde la distancia; verme reflejado en ellos, y acaso lanzar un suspiro de deseo. Y es que te has instalado en mis pensamientos. Al caer la noche eres dueña y señora de mis sueños, hada de mi vida, que guías mi camino, que inspiras mi modesta pluma. Pues para ti son, mi adorable sirena, todas mis líneas; por ti derramo las tintas, por ti toco la lira, dando todo por tu amor. Y es que tú, por ese modo de ser, por esa bondad, por esa ternura, por esa sinceridad, te has convertido en mi mejor adicción.
Sé que no eres para mí, que nunca podré estrecharte entre mis brazos; que en tu pecho no latirá el corazón con la bravura que palpita el mío; que jamás podría hacerte sentir algo tan bello como lo que en mí has sembrado; que esa ardiente llama sólo caldeará mis entrañas cada vez que me asista tu recuerdo. Pero no me importa, mi tierna y maravillosa ninfa. Todos los días y todas las noches, aunque mis besos se diluyan en el aire, aunque no puedan ni rozar tus labios, ni tus tersas mejillas siquiera, continuaré gritándole al viento para que me traiga tu imagen; para que al menos me permita tener esa pequeña parte de ti; para que nunca desaparezcas de mi existencia, mientras me quede un suspiro. No olvides que eres especial, que tu magia me ha devuelto el aliento y la esperanza; que en cada uno de tus gestos se halla un ser divino, un ángel en la tierra. Con tu quehacer te has ganado las alas, como las que me hacen volar, alcanzar el ancho cielo y pedirle a la luna que te cuide, que estés siempre en mi memoria y me envuelvas con la caricia de tu voz, con el aroma de tus versos, con esos dedos que van tejiendo bellos poemas que me arropan y me adormecen; que me acunes con la sublime fragancia de tu melodía. Cómo decirte, adorable mujer, que quiero que siempre estés en mi vida.
Autor: Javier García Sánchez,
desde las tinieblas de mi soledad.
Javi es precioso lo que has escrito.
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Muchas gracias, amigo! Un abrazo!
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