DECISIÓN FATAL

Durante largos días se habían ido aproximando las oscuras nubes hacia su conciencia. La feroz tormenta se cernía cada vez con mayor virulencia; la abrazaba con tal fuerza, que sentía una feroz opresión en el pecho, un dolor del alma que la asfixiaba. Sabía cuán ignominiosa había sido su acción, el peso de la cual recaía ahora sobre todo su cuerpo y su espíritu, agravada por su propio silencio, aquél con el que había pretendido sepultar la falta, pero que no había servido más que para aumentar a ojos de aquél a quien temía ofender la cuantía de aquel delito. Ahora que su prometido había descubierto el secreto, era tal la humillación, sería tal la desdicha que sobre ella se abatiría, que el único modo en que podría aplacar tanta agonía sería arrojando sobre su ser toneladas de tierra; recibir el sosiego de una muerte rápida como castigo y liberación, perdida ya toda posibilidad de dicha en la vida, encomendándose a los brazos de la muerte.

Le costaba mucho dar el paso. La decisión estaba tomada, y era irrevocable; pero no es fácil invocar a las parcas. A cada instante pensaba en él, en esa vida hermosa que ambos podrían haber disfrutado si ella hubiera tenido el valor suficiente de hablarle cuando aún estaba a tiempo; y en la deshonra con que sin pretenderlo lo había cubierto. Era duro suicidarse, pero no le quedaba otra opción. Él, en cambio, debería lidiar con el destino, con todo el peso de su conciencia, no menor al que la oprimía a ella, acrecentado por ser el culpable de aquel acto póstumo, siquiera de manera indirecta. No obstante, era ya muy grande su angustia; no podía reparar en las consecuencias que para otros tuviera su fatal resolución. Sólo quería acabar. Dormir para siempre.

En una pequeña cuartilla escribió unas breves palabras; admitió su culpabilidad y le pidió perdón por no haber sabido abrirle su corazón y confiar en él. Fue una escueta misiva, con letra descuidada, al término de la cual sacó de su bolso un frasco que contenía unas cápsulas encarnadas; cogió el vaso de agua que había encima de la cómoda y bebió un sorbo largo que le ayudara a tragar varios comprimidos. En pocos minutos empezó a sentir náuseas. El cuerpo, rebelde, se resistía a perecer frente a tales ataques externos; mas ella, decidida, se llevó un pañuelo de tela a la boca, para impedir el vómito. Fueron unos minutos muy desagradables, hasta que, finalmente, la desdichada perdió el conocimiento.

Despertó confuso. No acertaba a saber si los lloros que había oído eran los suyos o los del prometido cuando la encontró inconsciente. Siempre había sido muy impresionable; por eso gozaba tanto de los libros. Pero aquella lectura antes de acostarse le había provocado cierta zozobra. Necesitaba retomar la novela cuanto antes para saber si ella se salvaba.

Autor: Javier García Sánchez,

desde las tinieblas de mi soledad,

25-09-2017.

2 comentarios en “DECISIÓN FATAL

  1. Molt bo. M’has enganyat fins al final!!! Creia que era un relat tràgic i dramàtic d’aquells que sols fer i no! Aquest cop no era el que semblava. M’ha sorprès!
    Un abraçada, Javi!

    Le gusta a 1 persona

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s