UNA NUEVA ETAPA (LIX)

-Por otra parte -continué-, ¿para qué quieres ser como los demás? Si bien lo piensas, es absurdo; es algo que hacemos a menudo por inseguridad; salimos en manada, hacemos las mismas cosas, tenemos las mismas aficiones… Todo por miedo. Para no ser marginados renunciamos a nuestra personalidad y nos convertimos en borregos. Yo misma he actuado así; y reconozco que es posible que vuelva a hacerlo, porque me siento segura. Pero ahí no soy yo. Yo soy en momentos como éste, cuando puedo cenar a solas con un buen amigo. ¿De verdad te gustaría ser como uno de esos tipos que van por la calle gritando borrachos; uno de esos tipos que no tienen otra ocupación que ver cómo queda su equipo de fútbol o pasarse una tarde con los videojuegos o el móvil? Por favor, Gabriel, tú vales mucho más que esos tipos; eres un chico interesante, culto, tierno, sensible… Y sé que si te conozco más encontraré otros valores que por ahora desconozco. Tú no eres como los demás, ni yo quiero que lo seas.

A su sonrisa acompañó un ligero rubor y un pequeño escalofrío. Sentí que se le humedecían un poco las pupilas, fruto de la emoción.

-Muchas gracias. No puedo confirmarte que a partir de ahora vea la vida de otro modo; por más que pueda entender lo que me dices, y por más que quiera cambiar, es algo que no puedo conseguir de un día para otro. En cualquier caso, lo que ya has conseguido es que me sienta bien contigo.

-Bueno, lo importante es que lo intentarás.

-¿Sabes? Mis padres viven en una tensión constante. En mi casa hay un ambiente irrespirable. Por eso, entre otras cosas, me alegro de haber empezado la Universidad y haber huido. Una vez les oí decir que sus problemas venían de hacía décadas, desde antes que yo naciera; problemas de celos. ¿Por qué vienes tan tarde? ¿De dónde vienes? ¿Con quién has estado? Cuando me enteré de que sus discusiones venían de antiguo me quedé perplejo. ¿Por qué había nacido yo, entonces? Parecía obvio que no había sido fruto del amor; sino, antes bien, un intento de unirles. Esta idea me parecía muy humillante; me sentía como un objeto.

<<Pero, ironías de la vida, nací con aquel maldito tumor y vi la muerte de cerca; y, debido al mal trago que pasé y a mi convalecencia, mis padres volvieron a unirse para cuidarme y olvidaron sus diferencias.

-Es una historia muy bonita.

-Gracias; pero para mí no lo es.. Me siento utilizado. Aunque mi familia se volcara conmigo, parece que me engendraron como un acto desesperado de salvar su matrimonio. Y si mi nacimiento no hizo que se unieran por amor, hizo que se unieran por la desgracia; pero desde que empecé el instituto les veía discutir muy acaloradamente. Y ahora que he comenzado la Universidad no tienen motivos para mantener la farsa del matrimonio.

<<Es curioso. Lo pienso y me parece algo tan grotesco, tan retorcido, tan repugnante… No puedo concebir que dos personas quieran tener un hijo sólo para resolver sus problemas; que traigan una vida al mundo con todo el egoísmo que conlleva ese acto, y que no haya ni una pizca de amor; que se exponga a un ser a quien a ni tan sólo se le ha pedido permiso para nacer a dolores, a sufrimientos, a injusticias… Sin una pizca de amor, sólo como un mero instrumento. Si no me rebelo contra mis padres es porque se han preocupado mucho por mí, sobre todo él, quizá para lavar su conciencia; no lo sé.

La conversación había dado un pequeño giro. Había conseguido que se sintiera mejor, pero esos recuerdos volvían a hundirlo en reflexiones melancólicas. Escuché cómo seguía mostrándome su corazón. Sus palabras empezaban a tomar un cariz que me era familiar; ya creía intuir el camino que recorrería su discurso.

Autor: Javier García Sánchez,

desde las tinieblas de mi soledad,

16-01-2018.