UNA NUEVA ETAPA (LXXXI)

-Peor que la soledad es vivir acompañado por la persona equivocada; por alguien que no te comprende y no te aporta nada; por un ser arrogante que se cree superior a los demás. Por eso no podría vivir contigo; por eso preferiría la muerte antes que una existencia tan insípida -Alcancé a decir, en un arrebato.-. Cuando haces alarde de tus cualidades; de esas cualidades que, según tú, deberían atraerme, sólo consigues distanciarme más.

-Veo que al final estamos de acuerdo en que la vida no es lo más importante; tú misma acabas de afirmar que prefieres la muerte a vivir conmigo. No obstante, tengo que hacerte un par de matizaciones; pues lo que tú calificas de arrogancia no es para mí más que un exceso de sinceridad. Pues no es que me crea superior a los demás, sino que, por mi propia naturaleza, lo soy; y eso parece que lo olvidas, confundida por mi apariencia. En segundo lugar, dices que no te comprendo, cuando no hago otra cosa que ponerme en tu situación; y acabo de decirte, además, que no me importa que pases tu vida terrestre, por llamarla de alguna manera, con otro. Y, por si fuera poco, desde que tenemos trato, cada vez que pierdes los nervios por cualquier motivo, por algo que te molesta o que simplemente no entiendes, empiezas a gritar, mientras yo procuro ser racional y no alterarme. ¿Te molesta una sonrisa irónica? Lo hago tan sólo para quitarle hierro al asunto.

-Pues habría preferido que me hubieras devuelto los gritos. Así al menos habrías apagado mi fuego. Tu actitud la interpreté más bien como burlesca.

-No he dicho que no lo fuera, pero sin el tono despectivo que le diste tú.

Volvía a sentirme confusa. Mis bríos se reducían a nada; me veía como una persona impulsiva. Se me hacía muy difícil juzgar a aquel tipo. Tan pronto lo veía como un ser despreciable e irritante, que lo creía capaz de las mejores acciones. Sus palabras, el tono sereno de su voz, no me permitían hacerme una idea firme. No podía replicarle con la entereza que deseaba. Lo que decía, no podía negarlo, era cierto. Todo ello me dejaba perpleja.

-Es admirable cómo te conduces con Gabriel, cómo le comprendes, la ternura con que le tratas; ese sentimiento tan hermoso que ha surgido entre vosotros. En cambio, hacia mí te noto recelosa desde que te revelé quién era realmente. Ni yo tengo la culpa de ser quien soy ni, por otra parte, soy alguien peligroso que busque perderte. Yo no he elegido mi ser, como tú tampoco lo has hecho; mas parece ser que es a causa de mi origen mismo que me he ganado tu hostilidad. ¿De verdad crees que merezco este trato?

Vendrían a ser las dos de la madrugada. Los vecinos ya se habían retirado, y ningún ruido entorpecía nuestras voces, que cuando callaban abrían paso al silencio, sólo cortado por el paso de alguna motocicleta con el tubo de escape a toda pastilla.

A aquella hora ya se hacía imposible regresar; estaba demasiado agotada. Las últimas palabras de Luis, además, ejercieron sobre mí el efecto de un sedante; me sentía un tanto culpable por mis respuestas tan acaloradas. Así pues, aquella noche volví a quedarme a dormir en su casa; aunque, como la primera vez, no dormí. La diferencia fue que él tampoco lo hizo. Aquella noche tuvimos sexo salvaje.

Autor: Javier García Sánchez,

desde las tinieblas de mi soledad,

10-02-2018.

4 comentarios en “UNA NUEVA ETAPA (LXXXI)

      1. El fet que hagi sucumbit fas d’ella una persona molt dèbil. Sembla que sigui forta, rebutjant-lo amb fermesa i repetint que sent alguna cosa per Gabriel, però després se’n va al llit amb ell.
        A mi, com a lectora, m’ha decepcionat, però tinc l’esperança de que es reconduirà la trama 😉 jajaja

        Le gusta a 1 persona

      2. Ho lamento, Lídia. Em feia la impressió que era una pífia per la meva banda, però volia donar-li morbo. De tota manera, t’avance que, malgrat l’error de Laura, ella té les idees clares.

        Le gusta a 1 persona

Deja un comentario