UNA NUEVA ETAPA (XCV)

Al menos nos quedaba aquel breve contacto, así como las frecuentes visitas a la biblioteca, después de conseguir quitarle de la cabeza esa idea excéntrica de quedarse a estudiar en la cafetería; y convertimos las continuas subidas y bajadas de escaleras en busca de dos huecos libres en una aventura; en una nueva expedición que realizaríamos cada día. Era eso y tomarnos descansos al mismo tiempo; o cenar juntos antes de despedirnos. Era como al principio, cuando apenas nos conocíamos; cuando nuestro contacto era más formal. Bueno… Tampoco. Más bien debería decir que la nueva situación estaba a medio camino entre aquel primer trato y la última semana.

La excepción, como ya he dicho, fue aquel primer jueves de mayo, cuando hicimos nuestra última salida. Durante toda la tarde conseguimos desconectar y olvidarnos de que ésa era la última escapada; que ésa era la última cena, antes de que cada uno sobrellevara su propia cruz por el doloroso valle de lágrimas que era la época de exámenes.

Conseguimos olvidarnos de todo eso, como ya digo; o, quizá, hacer como si nos olvidáramos. Pues, aunque aquella tarde sólo hubiera bromas y risas; aunque nuestro paseo fuese acompañado por tiernos y románticos besos a la vista de cuantos nos rodeaban; aunque durante la cena cada uno mirara fijamente al otro y le clavara sus pupilas diamantinas, teniendo tan cerca la renuncia a esos momentos, el placer de que gozábamos tenía un gustillo raro.

Aquella noche nos acostamos más temprano que de costumbre. Apenas pasaban de las doce cuando llegamos a casa, un poco taciturnos. Las chicas, todavía despiertas, se sorprendieron; no esperaban vernos ya; siempre era norma en nosotros entrar hacia las dos de la madrugada o más. Y regresar tan pronto no era sólo raro, sino absurdo; pues bien sabíamos que Jean Claude no renunciaría a sus correrías nocturnas; y que, aunque nos durmiéramos, nos despertaría con con un portazo o con su inconfundible perfume a marihuana. Pero, en cualquier caso, preferíamos estar cómodos en la cama. Nos despedimos de las chicas y nos metimos en la habitación.

-¿Qué tal has pasado el día -Le pregunté.-?

-Muy bien, por supuesto. Siempre que estoy contigo me siento muy a gusto.

-Gracias.

-Lo que no sé es qué vamos a hacer ahora. Lo que me preocupa no son los exámenes. Al fin y al cabo, durante estos días seguiremos viéndonos y compartiendo momentos; pero, ¿y qué pasará este verano? ¿Vamos a pasar tres meses separados?

-No sé. Yo también me lo planteo. Tal vez podríamos quedarnos; que cada uno siguiera en su habitación.

-No tengo dinero para pagarme otros tres meses; y mis padres no lo harán sólo porque haya conocido a una chica. Y creo que tú estarás en un caso parecido.

-Ya. Es verdad. Pero ya se nos ocurrirá algo. Por de pronto, al acabar los exámenes aún nos quedarán unos días para pasarlos juntos. Y al año que viene podrías instalarte en la habitación de Jean Claude,

-¿Te gustaría?

-Preferiría que te instalaras conmigo. Dormiríamos siempre juntos y pagaríamos menos; pero dudo que la casera esté de acuerdo en que compartamos una cama individual.

Sabía que aquel proyecto era un riesgo, pero quería probarlo. Vivir juntos sería un paso importante; quizá precipitado. Apenas nos conocíamos. Todo podía salir muy bien o irse a la mierda. La falta de espacio podía producir roces; y éstos, teniendo en cuenta el oscuro secreto que quería confesarle, podían ser muy lacerantes; pero así también me aseguraba de atajar las heridas al instante.

Autor: Javier García Sánchez,

desde las tinieblas de mi soledad,

26-02-2018.

2 comentarios en “UNA NUEVA ETAPA (XCV)

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s