UNA NUEVA ETAPA (CCLV)

CUADERNO DE GABRIEL

LA GRAN BATALLA (XIV)

-Podrías haber salvado más vidas de haber participado en otras misiones; ahora contaríamos con un ejército más numeroso.

-No me digas lo que tengo que hacer; yo sé cuáles son mis motivos.

-Ya. Pues espero que sean buenos. Hemos de hacer otra salida lo antes posible; esta vez, con sesenta naves, antes de que se hayan recuperado del golpe.

-¡Sesenta naves! ¡¿Estás loca!? ¡¿Qué quieres!? ¡¿Dejar desprotegido el planeta!?

-Aún quedarán setenta naves para defenderla. Además, el ataque será tan fuerte que no tendrán más remedio que concentrar todos sus efectivos.

Mañana me gustaría ver al equipo; regresaremos al campo de ingenieros. Si los de Erthos intentaran alguna cosa, podrían serme de ayuda.

-Dales un respiro; han estado batiéndose durante todo el día; tres de ellos han muerto.

-Sólo se trata de un paseo; no haremos ninguna expedición; y sólo abriremos fuego en caso necesario. Además, no me gusta cambiar de equipo si no es indispensable; luego hay que empezar de nuevo. Ahora, aunque sea de un día, ya tenemos una toma de contacto; y con ellos hemos compartido la nave.

A la mañana siguiente se encontró con los supervivientes del equipo. Estaban visiblemente magullados; uno de ellos llevaba un brazo en cabestrillo. Se les notaba molestos por no haber podido descansar más tiempo después de la misión suicida; una misión suicida que, por otra parte, los tenía resentidos, por la torpeza con que se había planificado.

-Mejor habría sido que no vinieras con ese brazo. No creo que pase nada, pero si hay que correr te verás en un apuro – le espetó al lisiado.-. Más vale que te quedes aquí.

-Yo sólo he obedecido órdenes.

-¿Para qué nos has llamado? Ya ves en qué situación nos encontramos -le increpó con acritud el jefe -.

-Creía que queríais ganar la guerra. Pues para eso quiero que me acompañéis. Esto es duro; no se gana una guerra sin esfuerzo.

Ya se habían alejado del capitolio cuando la joven volvió a abordar al jefe del equipo.

-Como ya os he dicho, no creo que hoy tengamos que hacer fuego. El motivo de veros es que necesito recabar más información. ¿Quién es Albus?

El otro la miró con extrañeza.

-¿Cómo? Es nuestro líder; Erthos es el enemigo.

-Eso ya lo sé. Pero comprenderás que quiera conocer más a fondo la situación y que me sienta intrigada. Nos hemos llevado a la misión a un anciano que me ha salvado la vida cuando estaba casi muerta; y luego ha puesto en fuga al enemigo con una enorme bola de fuego. Confío que me expliques lo que sucede.

-Albus es un yemeni.

-¿Un yemeni?

-Los yemenis pertenecen a la raza del fuego. El fuego es su energía y su fuente de vida; lo necesitan para sobrevivir y lo emplean de forma curativa y como arma, como has tenido ocasión de observar. El calor les da fuerza; por eso tienen la capacidad de regenerar sus células y vivir durante varios cientos de años. Es nuestro líder porque es el más anciano y el más fuerte.

-Interesante. No había oído nombrar la raza de los yemenis, pero Albus me resulta familiar; creo que en una ocasión me topé con un hombre así, hace un par de años. ¿Hay muchos yemenis entre vosotros?

-No; muy pocos. Es una raza minoritaria; nacen el día del solsticio de verano. Ven la luz en el bosque sagrado.

Autor: Javier García Sánchez,

Desde las tinieblas de mi soledad,

27/10/2018.

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