Al día siguiente salí de la habitación a media tarde; cuidé de que nadie me viera; que el pasillo estuviera vacío. Entonces me aproximé al punto de la pared donde se encontraba la falsa puerta y la abrí. Necesitaba hablar con Szvetlana; era lo único que teníamos prohibido, pero no me importaba. Había acabado de llegar, y no hacía otra cosa que infringir las normas.
No fue difícil hallar el dormitorio de la suiza; era el primero, como el mío; el destinado a las capitanas. En cuanto me vio, se sobresaltó.
-¡Laura! ¡¿Qué haces aquí!? ¡No podemos vernos los miembros de los dos equipos!
-Lo sé, Szvetlana, pero necesito hablar contigo; es urgente.
-Jadwiga, por favor, déjanos a solas – le dijo a su compañera, una polaca con una cabellera de un color rubio pálido que me miraba que me observaba con una mezcla de miedo y de desdén. En realidad, si una tenía motivos para estar asustada, ésa era yo; me la estaba jugando. Bastaba con que una hablara, o con que apareciera el adefesio, para meterme en problemas. Por suerte, a pesar de la rivalidad entre nosotros, los estudiantes, reinaba una especie de código tácito de solidaridad. Y, en cuanto a Kwozynski, la fortuna impidió que nos cruzáramos.
-¿Qué sucede – me preguntó la suiza, tan pronto como hubo salido Jadwiga.
-Szvetlana, necesito tu ayuda. No podemos matar a ese hombre; es un santo.
-Laura, eso ya está muy hablado; no rices la cosa.
-Tú no lo entiendes. Anteanoche estuve en su campamento. Ese hombre es un santo.
-¡Joder! ¡Hay que tener cojones! ¡Desde que has llegado no haces otra cosa que saltarte las reglas!
-No sé si fue por eso que Meyer me eligió; porque se divierte viéndome en una situación tan adversa.
-Laura, entiendo tu punto de vista, pero yo he tomado una decisión, igual que tú; y esa decisión es contraria a tus intereses.
-¿Serás capaz de matar a un tipo que no le ha hecho daño a una mosca?
-Puede que no le haya hecho daño a una mosca; pero a causa de sus actos asistimos a un conflicto de una magnitud nunca antes vista. Si lo matamos, todo se acaba. Salvaremos millones de vidas; seremos héroes.
-¡Seremos asesinos! ¡¿Qué hay de la vida de ese hombre!? ¡¿Qué hay de los millones de vidas que se perderán a causa de las hambrunas, de las epidemias y de las guerras africanas!?
Me indignaba que no considerara algo tan evidente; o que lo obviara por el simple hecho de que no le interesaba mencionarlo.
-Laura, ¿te das cuenta de que mi país ha perdido por primera vez en su historia su neutralidad? ¡Por primera vez en más de dos mil años! ¡Y Alemania la ha pisoteado como si fuera un trapo sucio!
-Lo siento mucho por ti; pero tu país, no lo niegues, si ha permanecido neutral durante tanto tiempo, ha sido tan sólo porque no era fuerte militarmente; y porque por razones económicas le convenía.
-No te pases.
-No me paso: no digo ninguna mentira. Tú sabes tan bien como todo el mundo que en tu tierra se almacenan grandes fortunas robadas por grandes ladrones de los cinco Continentes.
Autor: Javier García Sánchez,
Desde las tinieblas de mi soledad,
07/12/2018.