¿Qué es bueno? Todo lo que acrecienta en el hombre el sentimiento de poder, la voluntad de poder, el poder mismo.
¿Qué es malo? Todo lo que proviene de la debilidad. ¿Qué es felicidad? La conciencia de que se acrecienta el poder – que queda superada una resistencia.
No contento, sino aumento de poder; no paz, sino guerra; no virtud, sino aptitud (virtud al estilo renacentista, virtú, exenta de moralina).
Los débiles y malogrados deben perecer; éste es el axioma capital de nuestro amor al hombre. Y hasta se les debe ayudar a perecer.
¿Qué es más perjudicial que cualquier vicio? La compasión activa con todos los débiles y malogrados -el cristianismo.
El problema que así planteo no es: qué ha de sustituirse a la humanidad en la sucesión de los seres (-el hombre es un fin), sino qué tipo de humano debe ser desarrollado, potenciado, apetecido como tipo superior, más digno de vivir, más dueño de porvenir.
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No corresponde adornar y engalanar el cristianismo; ha librado una guerra a muerte a ese humano superior, ha execrado todos instintos básicos de ese tipo y extraído de dichos instintos el mal, el Maligno: –al hombre pletórico como hombre típicamente reprobable, como » réprobo». El cristianismo se ha erigido en defensor de todos los débiles, bajos y malogrados; ha hecho un ideal del repudio de los instintos de conservación de la vida pletórica; ha echado a perder hasta la razón inherente a los hombres intelectualmente más potentes, enseñando a sentir los más altos valores de la espiritualidad como pecado, extravío y tentación. El ejemplo más deplorable es la ruina de Pascal; quien creía que su razón estaba corrompida por el pecado original, cuando en realidad estaba corrompida por el cristianismo.
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Se le llama al cristianismo la religión de la compasión. La compasión es contraria a los efectos tónicos que acrecientan la energía del sentimiento vital; surte un efecto depresivo. Quien se compadece pierde fuerza. La compasión agrava y multiplica la pérdida de fuerza que el sufrimiento de suyo ocasiona a la vida. El sufrimiento mismo se hace contagioso por obra de la compasión; ésta es susceptible de causar una perdida total de vida y energía vital absurdamente desproporcionada a la magnitud de la causa (-el caso de la muerte del Nazareno-). Éste es el primer punto de vista; mas hay otro más importante. Si se juzga la compasión por el valor de las acciones que suele provocar, resalta aún mucho más su carácter antivital. Hablando en términos generales, la compasión atenta contra la ley de la evolución, que es la ley de selección. Preserva lo que debe perecer; brega en favor de los desheredados y condenados de la vida; por la multitud de lo malogrado de toda índole que retiene en la vida, da a la vida misma un aspecto sombrío y problemático. A la compasión se ha osado llamarle virtud (-en toda moral aristocrática se la tiene por una debilidad); se ha llegado hasta a hacer de ella la virtud, raíz y origen de toda virtud; claro que -y he aquí una circunstancia que siempre debe tenerse presente- desde el punto de vista de una filosofía que era nihilista, cuyo lema era la negación de la vida. Schopenhauer en esto tuvo razón: por la compasión la vida es negada, hecha más digna que negada; la compasión es la práctica del nihilismo. Este instinto depresivo y contagioso, repito, es contrario a los instintos tendentes a la preservación y a la potenciación de la vida; en cuanto multiplica la miseria y preserva todo lo miserable, es un instrumento fundamental para el acrecentamiento de la décadence; ¡La compasión seduce a la nada…! Claro que no se dice ‘la nada’, sino ‘más allá’ o ‘Dios’, o ‘la vida eterna’, o ‘nirvana, redención, bienaventuranza»…
24/06/2019-28/06/2019.