UNA NUEVA ETAPA (CCCXLIV)

-Pero cariño, ¿Cómo quieres que duerma sabiendo que esa rata está en la otra habitación con Raquel?

-Pues te iría bien. Te apuesto lo que quieras a que ellas están mucho más relajadas.

-Ya. Para Tania será muy fácil; ella está metida en nuestra casa, y sabe lo mucho que me incomoda; tiene que estar pasándoselo en grande.

-¿No crees que exageras? Ha sido un accidente; ella no lo tenía previsto.

-Amor, ¿Tú también? ¡No seas ingenuo! Esa rata va de mosquita muerta para ver lo que encuentra. ¿Acaso no sabía que no podría salir de aquí a medianoche? ¿Pretendes que me crea que le importamos tanto que se olvidó del toque de queda? Lo tenía todo planeado. No me extrañaría que estuviera con los servicios secretos del Reich.

-Tesoro, tienes que dormir.

-Y luego está Raquel. ¿Qué le pasa a esa mujer? ¿Por qué la quiere tanto?

-No es que la quiera tanto. Creo que lo de Javi le afectó mucho; se hizo muy sensible. Durante el tiempo que estuviste en Kenia lo pasó muy mal; lloró mucho. Me costó un gran esfuerzo consolarla. Yo era tu pareja; y lo pasaba mal también; pero tenía que ayudarla, porque tenía una depresión que iba camino de consumirla. Fue esa debilidad la que nos llevó a trabar amistad con Tania; y fue así cómo depositó un gran afecto en ella.

-Y tan grande. Después de lo que he visto, no me extrañaría que se lo montaran.

-Insisto en que exageras. De todos modos, ya que hablas de sexo, si no puedes dormir, quizá pueda hacer algo para relajarte.

-No, cariño;esta noche no. No puedo con esa bruja ahí.

-Muy bien; pues lo que consigues con tu actitud es que se salga con la suya. Si de verdad crees que quiere joderte, demuestra que no puede; que te resbala todo lo que haga.

Aquella plática duró como una hora. Gabi trataba de calmarme. Se le notaba agotado; hacía un esfuerzo por mantenerse despierto y escucharme. Parecía que en cierta manera me diera por loca, por imposible. Sabía que me quería, que se preocupaba por mí; pero temía que hubiera desaparecido la chispa de los primeros momentos, de los primeros años; incluso, la chispa del primer día de mi regreso. Por otra parte, pensaba en aquelo de que le había costado un gran esfuerzo consolarla. ¿Hasta qué punto habría llegado? No le había preguntado, pero tampoco quería hacerlo; no tenía ningún derecho. Era yo quien le había sido infiel. Si él, a su vez, se había dejado llevar por la pena y se había acostado con mi amiga, sería algo del todo comprensible; pero, ¿Habría reaccionado como reaccionó cuando la vio salir desnuda del cuarto de baño? No tenía derecho a cuestionarle, pero me quedaba la duda.

Dormimos poco, como era de esperar. Cuando nos levantamos, a mediodía, Raquel nos esperaba en el comedor; nos había dejado café y tostadas con mantequilla en la cocina. Por suerte, Tania ya se había marchado.

-¡Cómo os levantáis tan tarde! ¡Vaya! ¡Creo que anoche lo pasasteis muy bien! ¡Antes no erais tan silenciosos!

-No es lo que imaginas, cariño. Me encontraba mal, después de todo el día que había pasado en comisaría; y el pobre Gabi me estuvo escuchando hasta que me quedé dormida.

-Es que Gabi es un tesoro. Tienes una joya de chico. No creo que haya otro hombre como él.

Autor: Javier García Sánchez,

Desde las tinieblas de mi soledad.

16/07/2019.

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