UNA NUEVA ETAPA (CCCLVI)

-¡Joder! ¡¿Qué hace este tío aquí!?

-¿Qué pasa?

-Esto es muy fuerte. Hacía como cinco años que no veía a este tío; y, de repente, veo que es el que aparece en el volumen que me entregó tu jefa.

-¿No me irás a decir que también te acostaste con él?

-¡No! ¡Ni de coña! Este tío no es más que un infeliz; un vividor a quien conocí el primer año de carrera. Con este tío no tenía ninguna posibilidad; es homosexual. Y lo prefiero. No habría querido que se me echara encima un tío tan vividor y tan majadero.

-¿Tú nunca has hecho locuras?

-Claro que he hecho locuras; pero no en la universidad. Este tío se pasaba los días bebiendo alcohol y fumando marihuana; y por las noches follaba con Luis.

-¡¿Qué dices!? ¿Te refieres al mismo tío con el que te acostaste?

-Ése es.

-¡Qué bueno -exclamó sin dejar de reír. Me sentí muy confundida; ridícula, más bien. Que el tipo con el que había tenido sexo hacía apenas unos meses terminara acostándose con un hombre era algo que habría dejado hundida a cualquier mujer; y, si no hubiera sido por las circunstancias especiales de aquello, también a mí me habría dejado mal. Y todo eso divertía-!

-El tío es francés.

-¡No jodas! ¡Eso sí que es bueno! No sé lo que se le puede haber perdido a un francés en Alemania. Espero que se aloje bajo tierra, porque aquí serían capaces de lincharlo.

-Se llama Jean Claude; fue a mi país a estudiar algo de cirugía estética. Y ahora parece que reclama unos terrenos de su madre; estaban en la zona de Alsacia. El Reich se los ha expropiado porque estaban abandonados desde hacía años.

-Más vale que tu amigo se olvide de esos terrenos. Acabas de llegar al bufet. Eres extranjera. Ni se te ocurra meterte con el Reich -dijo, advirtiéndome-. El Reich es una maquinaria extraordinariamente compleja y poderosa. Lo único que conseguirías sería que te avasallaran y perder tu empleo con el primer caso.

-Pero algo podrá hacerse, ¿No? Mi amigo tendrá una escritura; tiene que poder demostrar que esos terrenos le pertenecen.

-Habría que ver cuánto tiempo llevaban abandonados y, en todo caso, cómo podría justificar esa dejación. El Reich no permite que haya terreno inculto; es fundamental para la economía que toda la agricultura esté activa.

-Hablaré con él. Es un buen tipo.

-Laura, cariño, hazme caso; no te hagas la heroína. Ya lo hiciste en Kenia con Narayan; y aún suerte que salvaste la vida. No te arriesgues más. Dile a tu amigo que regrese a su querida Francia y que se ponga a cubierto, antes de que los grupos más extremistas se enteren de que un francés ronda por sus tierras.

-Ya. Es que lo que se me hace más raro es que se atreva a reclamar, con lo flemático que es; o que era, al menos.

-No es cosa de ser flemático o no. Es cosa de que alemanes y franceses siempre nos hemos tenido un odio visceral, por más que no lo pareciera en los últimos tiempos; el sentimiento estaba latente. Y ahora, tras la victoria del Reich, se ha despertado. Si esas tierras las hubiera tomado el gobierno checoslovaco, o si lo hubiera hecho cualquier particular, tu amigo quizá se hubiera callado y no le habría dado importancia. Pero fue el Reich.

Quería trabajar; demostrarme a mí misma que podía ganarme el pan y sobrevivir. Y mi primer caso era nada menos que contra el Reich. Podía tratar de hablar con Jean Claude; pero, dadas las palabras de Hanna, veía difícil que atendiera a razones. Si no lo hacía, ¿Debía rechazar el caso? Si lo hacía, abandonaría a mi amigo, a aquel majadero. Si trataba de sacarlo adelante, quién sabría cómo acabaría aquello.

Autor: Javier García Sánchez,

Desde las tinieblas de mi soledad.

23/09/2019.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s