Introducción de Emilio Lledó a los diálogos de Platón

Tal vez lo más importante de la obra intelectual de Platón consistió en dar una respuesta también política a este círculo de problemas con los que se enfrentó. Su vida intelectual estuvo continuamente motivada por la organización de la ciudad. La fundación de la Academia significó un momento culminante, al poder preparar en ella, con la reflexión, la crítica y la adquisición de conocimientos, a los gobernantes de un futuro en el que no cupiese la injusticia ni el desorden.

…Sin embargo, por encima de la naturaleza, cuya estructura permite resolver automática e implacablemente los problemas de la vida humana -lucha, poder, fuerza, dominio-, se descubria también una interpretación histórica de esa physis. De hecho, Platón era consciente de que se vivía ya en una edad histórica, en una edad de cultura en la que la misma naturaleza humana, su estructura, había sido inundada y, en consecuencia, alterada por todo aquello que de una manera difusa y ambigua caía bajo el imperio del nomos, de lo impuesto o admitido por el hombre. Al lado del nomos aparecen otros dos componentes modificadores de la naturaleza que pueden, por tanto, influir en la constitución del individuo y de la comunidad, la techne y la politeia. …Estos dos poderes actúan de dos maneras: bien sea regidos por la naturaleza, por el deseo de dominio y, por consiguiente, agudizando el esquema biológico de dominador y dominado, o gobernándose por un principio racional que humaniza el instinto de dominio controlándolo y orientándolo.

En este sentido, las páginas de Gorgias en las que Calicles proclama su impresionante manifiesto antiigualitario son la piedra angular sobre la que gira, y contra la cual lucha la teoría antropológica y política de Platón: ‘En cambio, según mi parecer, los que establecen las leyes son los débiles y la multitud… Tratando de atemorizar a los hombres más fuertes y a los capaces de poseer más que ellos, a fin de que esto no suceda, dicen que adquirir más es feo e injusto, y que eso es cometer injusticia: tratar de poseer más que los otros, pues se sienten satisfechos, según creo, de tener igual que los demás, siendo inferiores como son… Pero, según yo creo, la naturaleza muestra que es justo que el más fuerte tenga más que el débil y el poderoso más que el que no lo es. Y demuestra por todas partes, tanto en los animales como en todas las ciudades y razas, el modo con que se distingue lo justo, a saber, que el más fuerte domine al más débil y tenga ventaja… Yo creo que, si existiera un hombre con índole apropiada, sacudiría, quebraría y esquivaría todo esto (lo que se oponga a la ley del más fuerte) y, pisoteando nuestros ardides, engaños, encantamientos y todas las leyes contrarias a la naturaleza, se sublevaría y se proclamaría dueño este nuestro esclavo, y entonces resplandecería la ley de la naturaleza.’

A pesar de toda la larga lucha por llegar a una constitución justa, el desorden político que los griegos del siglo V observaban había llevado a Platón al escepticismo que transmiten las páginas del Gorgias, y a intentar superarlo con las de la República. Parecía como si un duro destino, el destino que se filtra por el discurso de Calicles, hubiera hecho que en el centro de toda constitución política, de toda organización social, acabase levantándose la tesis de la violencia y del dominio

…El ideal platónico pretende, pues, restablecer los fundamentos perdidos de una ciudad en la que puedan compaginarse las desigualdades, que ha introducido el desequilibrio del deseo y el instinto, sobre el buscado sistema de la razón.

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