UN BUEN PARTIDO

*Escrito presentado a reto de Mar Aranda/Andrea Gastelum del grupo Prosa y poesía. Artes literarias.

-Felicidades, cariño. Dentro de nueve meses tendrás un bebé muy hermoso.

-¡Joder, tía! ¡No sé qué hacer! Los alquileres están por las nubes y a la semana que viene se me acaba el contrato. Si no me renuevan, voy a tener problemas.

-Tampoco te pongas así. Siempre puedes regresar con tus padres; ellos te acogerán con los brazos abiertos.

-Eso es lo que más me deprime. Si regreso después de cinco años, me van a ver como una fracasada.

-¡No seas tonta! ¡Tus padres son un encanto! Además, mucha gente regresa al nido.

-¡Te digo que no! ¡Eso me deprimiría!

-Bueno… Entonces, sólo se me ocurre que te cases con un vejestorio millonario y esperes que palme.

-¡Tía! ¡Hablo en serio!

-¡Y yo!

-¡Ni loca me acuesto yo con un abuelo! ¡¿Qué te has creído que soy!? ¡¿Una puta!?

-¡Vale, vale! ¡Perdona! Yo sólo te sugería.

Creo que es mejor que hablemos en otro momento; hoy estás muy tensa.

-No. Perdóname tú

Pero me has dado una idea. ¿Si te pido un favor, me lo harás?

-Claro! ¿De qué se trata?

-Ya lo sabrás.

-Buen partido. Esta noche cena en el club a las diez.

-Perdón. Yo no puedo. Le prometí a mi chica que esta noche la pasaríamos juntos. Con los partidos de esta semana no hemos tenido tiempo de vernos.

Se había quedado solo en el vestuario. Ya se marchaba cuando la encontró en la puerta, vestida con la minifalda de las animadoras y con una camiseta ajustada que le resaltaba los pechos, con los oscuros pezones marcados en ella por la ausencia de sujetador.

-Buen partido, David. Veo que estás bien dotado -dijo con voz lujuriosa, mientras le ponía una mano en la entrepierna.

-¿Qué estás haciendo -preguntó él, ruborizándose, pero incapaz de apartarle la mano, y sintiendo una poderosa erección.

-Jugar un poco. No me vas a decir ahora que no te gusta. Se nota que ahí dentro guardas un soldadito muy grande.

-Tengo novia.

-¡Tranquilo! ¡Sólo quiero jugar un poco! ¿A ti no te gusta jugar -inquirió, con un tono cada vez más provocativo, alimentado por su mirada lasciva-. Dime, ¿Te gustaría que te la comiera? Yo hago muy buenas mamadas.

-Te he dicho que tengo novia -respondió con una voz débil, cada vez más atrapado.

-Tranquilo; no se enterará. Además: no será una infidelidad; no nos acostaremos.

-Si se entera, me mata.

-Vámonos a mi casa.

-Hemos quedado a las diez.

-Son las siete. Tenemos tiempo. Vámonos. Me lo trago todo -dijo, para acabar de seducirlo.

Media hora más tarde, desnudos en el apartamento de ella, le hizo una felación; lamió cuidadosamente cada recodo de su miembro y sorbió su sagrado elixir cuando éste brotó. Tras ello, se levantó y corrió al cuarto de baño.

-¡Creí que habías dicho que te lo tragabas todo -protestó él desde el comedor.

-Perdona -respondió ella con una sonrisa satisfecha-. No creí que fuera tanto. ¡Eres un semental! ¡Casi me atraganto!

Al día siguiente, Clara visitó la clínica de fertilidad donde trabajaba su amiga.

-¡Clara! ¡¿Qué tal!?

-Hola, Ana. Necesito un favor. Esta tarde ve al club y dale este test de embarazo a David. Él comprenderá.

-¡¿Cómo!? ¡¿Te acostaste con él!?

-No. Pero me dará un hijo.

Aquello solucionaba el problema y afianzaba su amistad. Un niño que acudía para salvarla.

-¿Cómo? ¿Entonces -empezó Ana-? ¡Eres una zorra -gritó con expresión de júbilo, antes de abrazarla-! Felicidades, cariño. Dentro de nueve meses tendrás un bebé muy hermoso.

Autor: Javier García Sánchez,

Desde las tinieblas de mi soledad.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s