Cuando un partido político tiene problemas judiciales, procura taparlos con una bandera, que tiene que ser por lo menos tan grande como toda la mierda que le persigue. Y, por supuesto, ha de hacer todo lo posible por desviar la atención; por ejemplo, acusando de financiación irregular al único partido que está tratando de que caigan los ladrones de un sistema pseudodemocrático, lleno de inmundicia desde antes de su nacimiento. No importa que el primer partido ya haya sido condenado por lo mismo que acusa al segundo; eso es lo de menos. Tiene el poder económico; eso le permite interponer con; y, cuando tinuas querellas contra el adversario. No importa que sean constantemente desestimadas; en la gente siempre queda algo de la calumnia. Pero, curiosamente, esa misma gente no hace caso del partido que ya ha sido condenado. Unos callan porque son cómplices; otros, sencillamente porque son unos subnormales que prefieren seguir votando a ladrones, por miedo a que un desconocido les robe aún más. El típico juego del miedo y la ignorancia.
Del mismo modo, nada mejor para tapar los escándalos financieros de la monarquía que conmemorar un intento de Golpe de Estado; y, cuando ese aniversario cae en un número redondo, en una década, por ejemplo, mejor que mejor. Esas fechas son perfectas para los nostálgicos. Si perteneces a la casa real, el grueso del Congreso, los partidos del sistema, van a apoyarte y defenderte en todo; y no sólo en el hemiciclo, sino a través de ese gran medio de propaganda que es la televisión pública. Ahí se emitirán de manera reiterada las elogiosas palabras del monarca actual, ese pequeño retoño, ya no tan pequeño, que después de haber anunciado que rompía relaciones con su padre, ahora alava su gestión en aquel día memorable para la Historia de este Estado fallido. Por supuesto, es un acto solemne, donde no se admiten preguntas de los periodistas; y, si se admitieran, serían cuidadosamente seleccionadas, para que todas se ocuparan de la fecha referida, sin mención alguna a los robos del campechano; y, si los sistemas fallaran y alguien se atreviera a formular una pregunta indiscreta, sería automáticamente perseguido y denigrado.
Pero bueno: Aquel 23-F está lleno de lagunas. Para empezar no está clara la participación del campechano -que ya está comprobado que no era tan campechano; más bien habría que apodarlo Bribón, como llamó cínicamente a su barco-; si acaso sabía que la insurrección se iba a producir o si la alentó para para después erigirse en salvador y ganar el prestigio del que carecía por haber accedido al trono gracias al testamento político de Franco, cuando el régimen legítimo era la República -de hecho, ya salió a la luz hace años una declaración del propio Suárez donde afirmaba que en su momento no se hizo un referendum sobre el modelo de Estado porque temía que perdiera la monarquía-.
Todo este misterio viene porque todavía hay muchos documentos clasificados, después de cuarenta años. ¿Cuánto más hay que esperar? ¿A que muera Juan Carlos? Hace pensar que tuviera algo que ver y que por ello no se nos cuenta lo que pasó. El juicio a los acusados fue a puerta cerrada, sin cámaras; las noticias se dieron precocinadas; e incluso un periodista, Pedro J., antes de que se liara en sus famosos vídeos porno, fue expulsado. Es nuestro país y se nos oculta información.
En cuanto a los implicados directamente, Tejero cumplió la mitad de la condena; el general Armada y Milans del Bosch, cuatro años, por motivos de saalud. Todos ellos estaban condenados a treinta. Es decir: Juan Carlos no pisará la cárcel nunca (No olvidemos que Rato salió por superar los setenta). En resumen: España sigue siendo una dictadura tercermundista.
Pero bueno, como diría ese gran erudito español: ¡Viva el vino!
Autor: Javier García Sánchez,
un bohemio romántico.
Desde las tinieblas de mi soledad.
23-02-2021.
Leído su artículo, a buen seguro les gustará el nuestro.
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Muchas gracias, Margaretta.
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