PERSPECTIVAS

Primera perspectiva:

El hombre llegó a la oscura taberna pasada la medianoche; sólo unos pocos clientes se demoraban, perezosos, reclinados sobre las mesas, ebrios, con sus jarras de cerveza ya vacías, reacios a abandonar el locas, deseosos de pasar ahí la noche, a resguardo del frío, para poder disfrutar de sus dosis de alcohol en cuanto despertaran. El recién llegado se dirigió al posadero:

-Buenas noches, caballero, ¿podría pasar aquí la noche? Me dirijo al castillo, pero ya es tarde y me encuentro muy cansado.

-Buenas noches. No hay problema; ya ve que aquí cada cual hace lo que quiere -dijo, señalando a los comensales que rezongaban alrededor-. Si quiere, puede tumbarse en esa mesa que hay libre -y le indicó una que había junto a la pared-.

El hombre consiguió dormir pronto, pero despertó al cabo de unos minutos, despertado por una vela cuya llama le iluminó el rostro con la misma hostilidad que la mirada del hombre que tenía frente a sí.

-¿Quién es usted -le inquirió aquél-?

-Me llamo Joseph k. ¿Quién lo pregunta?

-Hermann, el hijo del alcaide. Y lamento informarle que no puede pasar aquí la noche. Esto es la posada del Castillo; nadie que no pertenezca al Castillo puede pernoctar aquí.

-Pero a mí me han contratado; soy el nuevo agrimensor. De hecho, me dirijo al castillo. Mañana debo reunirme ahí con mis ayudantes.

-¿El nuevo agrimensor? Habrá que comprobarlo.

El hombre agarró el auricular del teléfono, que estaba incrustado en la misma pared donde contra la que se hallaba reclinado el recién llegado. Esperó unos segundos; hubo tres toques hasta que alguien descolgó:

-Buenas noches; disculpen las molestias. Hay aquí un hombre que asegura ser el nuevo agrimensor. ¿Esperamos algún agrimensor. ¿No? Me lo figuraba. Adiós.

Joseph K se quedó helado al oír aquellas palabras. Aguardaba a que los que lo rodeaban saltaran sobre él cuando de repente sonó el teléfono. Hermann contenstó:

-Diga. ¿Ha habido un error? Eso me incomoda. Gracias. Adiós.

-Está bien. Puede quedarse -le dijo a Joseph K-.

Seguda perspectiva:

Esto es una locura. Todo el día recorriendo un camino que parece no tener fin. Pasa de la media noche y el único sitio que encuentro es esta taberna de mala muerte, donde un puñado de borrachos duermen apoyados sobre las mesas. Sólo quería descansar un par de horas antes de proseguir con mi trayecto. Tuve suerte; el posadero parece un buen hombre. Pero me siento rebajado al quedarme acá; mi dignidad se menoscaba si comparto el espacio con gente de semejante calaña. Y para colmo viene ahora este mocoso para perturbarme el sueño; alardea de ser el hijo del alcaide. Si no fuera por eso, le habría partido la cara. Estoy seguro de que él habría hecho lo mismo conmigo si hubiera podido; se le notó turbado cuando recibió aquella llamada. Una llamada que, por cierto, no sé quién ni por qué hizo, pero que al menos me ha servido para salvar la vida. Hay que ser pendejo para meter la pata como lo hicieron; casi me linchan. Y eso de hacerme dormir justo debajo del teléfono… Ese cretino de Hermann lo habría utilizado para estrangularme. Parece mentira que este lugar pertenezca al castillo.

Tercera perspecctiva:

¿Y ahora quién es éste? Desde luego, uno nunca deja de llevarse sorpresas. No tengo bastante con aguantar a este puñado de zánganos, quee ahora se me presenta este muerto de hambre. Es obvio que no es como los otros; es sólo un pobre infeliz. Dice que va al Castillo. ¿De verdad? Bueno… Eso parece; al menos las autoridades lo han confirmado. Pero no creo que aguante mucho; se le ve muy perdido. Y ese fantasma de Hermann… Siempre hace lo mismo. Se nota que no le ha caído bien. No es que me importe la suerte del forastero; ya tengo suficiente con mis propios problemas y con atender a estos parroquianos apestosos; pero, si tuviera que elegir, me fío más del forastero que de Hermann. Hijo del alcaide… ¡Será falso! ¡Será fantasma!

Cuarta perspectiva:

¿Quién es este tipo? No me gusta su cara; me resulta antipático. ¿A qué ha venido eso de un error? ¡Hablaré con mi padre! ¡Un poco más y me dejan en evidencia! ¡Menos mal que el tabernero no me ha delatado! ¡Si hubiera dicho que mi padre no es más que un vicealcaide, y uno de los de menos rango, además, creo que se me cae el pelo! ¡¿Y por qué han tenido que hacer esa pinche llamada!? ¡Estaba a punto de agarrar de las solapas a ese tipo! ¡¿Para qué carajos necesitamos un agrimensor!? ¡Detesto a los forasteros! ¡A éste se la tengo jurada! ¡No voy a dejar de vigilarlo!

*Escrito presentado al grupo Nada nos detiene. Autor de la dinámica: Georges Perec.

**Relato basado en la novela de Kafka El castillo.

***Comentarios del grupo:

Noemí: Muy buenas tus perspectivas! Creo que cualquiera de ellas sería un muy buen comienzo de novela. Te marqué en celeste cosas que creo que no quedaron bien.

Javier: Muchísimas gracias, Noemí. Perdón por el plagio. Me faltó imaginación.

Autor: Javier de García y de Ninet,

un bohemio romántico.

Desde las tinieblas de mi soledad.

23/05/2022.

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