-2018: Creo que fue mi último año de vida. Claro, que esto podría dar pie a toda una serie de disquisiciones filosóficas. Si estoy escribiendo esto, es porque indudablemente respiro; porque constituyo una entidad independiente de cualquier otra; soy un grupo de células capaz de coordinarse para formar un ente autónomo. Ahora bien: desde un punto de vista más profundo, creo que cabría matizar; pues a partir de 2019 la crisis me marco, igual que a millones de personas. Claro, que también podría decirse que dicha crisis, aunque surgida en ese año, no fue sino hasta finales; y sus repercusiones comenzaron a notarse a partir del siguiente.
-2014: Fue un año anodino para mí. Claro que, cuando hago un análisis profundo de lo que hasta la fecha ha sido mi existencia, llego a la conclusión de que todos los años lo han sido; que perfectamente podría agarrar cualquier día de mi vida y meterlo en una máquina fotocopiadora para obtener los siguientes. Las diferencias que hay entre unos y otros son las mismas que hay entre las copias: distinta tonalidad, en función de la cantidad de tinta que hubiera en la impresora; un papel más blanco u otro de color beig, fruto del reciclado; uno más suave, como la piel tersa de un bebé o de una linda muchacha, otro áspero como la de un anciano… Por más que escarbe en mi memoria; por más que indague con el infatigable tesón de un arqueólogo en las amarillentas y húmedas paredes de mi cerebro, ningún recuerdo asoma a la superficie. Quizá -cómo no-, que aquél fue mi último año, antes de la que sería mi tercera muerte; como la serpiente que cambia la piel, aunque en mi caso la mutación llevaría aparejado un terrible dolor.
-2010: Quizá esta fecha arroje sobre mis mientes imágenes más halagüeñas. Aquel año supuso una liberación para mí en muchos aspectos: Por fin inicié una vida independiente; ya no tenía controles de entrada ni de salida; era libre de abrir el gas junto a mis compañeros de piso en lo que habría sido un crimen revestido de suicidio colectivo; y aún hoy me pregunto por qué no lo hice. Quizá la respuesta sea porque aquél fue también el año en que me licencié en «Historia»; aquello creo que revistió a mi vida de un sentido ilusorio que me impidió dar el paso decisivo. También fue el año en que retomé el ajedrez, después de más de diez sin federarme y sin jugar torneos. Se inauguró un período de cinco, durante los cuales viajaría con mi hermano a varios lugares; y en cada viaje nuestra relación se deterioraba más.
-2006: Fue otro año insulso; quizá aún más que los posteriores, porque vivía en el pueblo, sujeto al yugo familiar, siempre con el estigma del tumor, la sobreprotección y los traumas; y debía ir todos los días a la Universidad en tren. Mi vida por aquel entonces era monótona y aburrida; el tiempo lo empleaba en clase y en la biblioteca. Estar en casa se me antojaba insoportable; procuraba demorar el regreso lo más posible.
-2002: En aquel año aún tenía esperanzas de llegar a ser feliz. Estaba en segundo de Filología Clásica; hacía tres que había conseguido dejar atrás el acoso escolar. Pese a las patadas, los golpes y el sangrado psicológico que me había deparado la vida, me veía por fin en la buena senda. Nada había conseguido detenerme; estaba en la Universidad. Ahí cambiaría mi suerte; conseguiría borrar de mi mente los años anteriores como una horrible pesadilla y me encaminaría con paso triunfal hacia los goces que hasta el momento me habían sido negados; recuperaría de un plumazo el tiempo perdido, como un Odiseo regresado a su Ítaca para disfrutar de la vejez junto a su Penélope. Ingenuidades de juventud. La esperanza es lo último que se pierde. Hasta que se pierde.
*Escrito presentado a la séptima y última ronda del Mundial de Escritura por el grupo Nada nos detiene. Consigna: escribir sobre acontecimientos que nos marcaran en los mundiales anteriores.
Autor: Javier García Ninet,
un bohemio romántico.
Desde las tinieblas de mi soledad.
06/11/2022.