Las calles habían quedado desoladas a aquellas horas de la madrugada. Un viento gélido reinaba en ellas y las surcaba libremente, como dueño indiscutible de aquellos lóbregos barrios. También golpeaba con fuerza contra su cara. Él corría desesperadamente, con una expresión de pánico en los ojos. No acertaba a entender lo que en realidad ocurría, por qué aquel tipo lo perseguía tan encarnizadamente, qué era lo que quería; pero su instinto le decía que no era momento de plantearse preguntas, sino de reaccionar; quizá el otro no estuviera dispuesto a dialogar y a dar ninguna respuesta; que más valía escapar y no correr riesgos. El otro todavía se encontraba a cien metros; tal vez fuera posible despistarlo en algún giro. La ausencia de tráfico a esas horas de la noche le permitía salvar los cruces sin dificultad, aunque también se lamentaba de la falta de testigos que pudieran intimidar al otro, o incluso detenerlo. Sólo necesitaba un portal entreabierto, una puerta mal cerrada, para resguardarse e incluso pedir ayuda a los vecinos; pero todas estaban bien atrancadas. No podía detenerse ante los timbres, pues el otro le daría caza. Aquel tipo estaba poniendo a prueba su buen fondo físico; no le daba tregua. De su boca escapaba un vapor helado. Su corazón latía con fuerza. Hubo un momento en que se desorientó; después de tanto tiempo huyendo, ya no conocía las calles; no sabía dónde se encontraba. Finalmente dio con un giro fatal que lo puso en un callejón sin salida. Entonces palideció. Ya no podía retroceder. El otro llegaría, y no habría más remedio que enfrentarlo.
El otro detuvo su carrera cuando se encontró frente a él y, tal como temía, alzó el puño con rabia. Fue una suerte, al menos, que no tuviera un arma, ni siquiera un cuchillo; eso nivelaba la balanza y le daba una posibilidad.
Consiguió esquivar el golpe. Se dijo que su única oportunidad de escapar era dejándolo tendido en el suelo, para que no le siguiera ni pudiera atacarle por la espalda. Odiaba la violencia, y no tenía nada en contra suya, pero debía defenderse. Por otra parte, no lo había visto nunca. Repasó mentalmente su álbum de fotos, y aquella cara que ahora lo observaba con las pupilas inyectadas en sangre, pronta a un nuevo intento, le era totalmente desconocida. Antes de que se abalanzase de nuevo sobre él debía anticiparse.
Despertó súbitamente de aquella pesadilla al sentir un leve golpe de su propio puño en el estómago. Finalmente se había aplacado la cólera del otro.
Autor: Javier García Sánchez,
desde las tinieblas de mi soledad,
20-12-2016.
Me gusto leer este relato. Menuda pesadilla.
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Muchas gracias, Junior. Sé que es un sueño surrealista, pero es tal cual lo tuve.
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Es un sueño real? Muy bien relatado, sí señor. Besos
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Muchas gracias, Ana. Sí, es real. Ese sueño lo tuve hace unos años. Qué mal lo pasé! Besos.
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Què xulo!! Un somni?! Doncs, què intens!! Jo últimament estic tan cansada que no recordo res del que he somniat. De fet, és posar-me al llit i sonar-me el despertador!! Jajaja És la sensació que tinc. Em costa tant llevar-meeee… 😦 A veure si aquestes vacances puc fer una cura de son, perquè la necessito. Bona nit, Javi! 🌟 Una abraçada ben forta! 😊
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Doncs sí, Lidia. Eixe malson el tinguí fa anys, no se quants exactament. No sòl recordar els meus somnis; sols alguns, el que més em traumen, trobo, jajaja.
Jo fa anys que tinc problemes amb la son; m’adorc i em desperto a meitat nit, i pel matí se’m peguen els llançols.
Espero que recuperis son durant aquestes vacances. Però durant el curs dorm els caps de setmana, que tens que cuidar-te.
Bona nit, Lidia. Una forta abraçada!
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