LA MORADA DE ÁNGEL

Carlos se hallaba confortablemente recostado en los asientos traseros del Ibiza, sumido en un profundo sueño que le devolvía todos aquellos anhelos que la conciencia le reprimía. La pesadez se había apoderado de sus músculos; sus párpados, incendiados, se habían cerrado para reponerse del insomnio de la noche anterior y entregarse a su mundo onírico, ajeno a todo. Sabía que le esperaba el placentero ensueño que días atrás tuviera, el codiciado encuentro que de alguna manera su mente continuaba preparando con ansia, midiendo milímetro a milímetro cada segundo, cada palabra; estudiando, aún desde la infinita distancia del tupido velo, el momento único y sagrado por el que hacía tanto tiempo que suspiraba.

Así, aletargado, o encontraron Ernesto y Ángel. El contacto tomó el volante y el vehículo se deslizó con suavidad por calles silenciosas y oscuras en aquel trayecto inverso que deshacía el que apenas unas horas antes habían realizado, ahora para adentrarse en el centro de la ciudad, con vivas luces que iluminaban grandes avenidas abarrotadas por gentes que bebían el último trago, que daban el último beso, que rompían la última carcajada, antes de retirarse a sus casas para una vez más dormir, para una vez más morir. Carlos se removió, un tanto incómodo, perturbado su descanso por los gritos que le llegaban de afuera y por la luz exagerada de aquellas farolas, ostentación innecesaria para las reuniones y fiestas de las gélidas madrugadas.

Entraron en un aparcamiento y ahí cogieron un ascensor que los habría de llevar al tercer piso de aquella finca. Carlos, todavía amodorrado, abandonaba lentamente el sueño; estiraba el cuerpo con ruidos que se asemejaban a los de una gorila en celo, al tiempo que sus ojos se adaptaban nuevamente a la luz y observaban ávidamente, con esa curiosidad innata. La casa de Ángel era pequeña, pero acogedora; tenía forma de gamma. El arquitecto había diseñado hábilmente la vivienda, aprovechando el espacio al máximo y reduciendo el pasillo, de modo que los huéspedes tuvieran la sensación de habitar en un lugar mayor. Ángel además, la había decorado con un gusto exquisito. Enfrente de la entrada había un mueble con un espejo que recibía al que llegaba con su propia imagen y que duplicaba las dimensiones del recibidor, con esos juegos tan engañosos de la fantasía que reproducen de una manera burlesca la realidad. A mano derecha, a tan sólo medio metro de la puerta, había una habitación individual; a la derecha, paralelo, se abría el comedor, con una gran mesa rectangular labrada en madera de caoba, con tres sillas a cada uno de los lados largos y un sofá de dos plazas delante de un mueble que hacía las veces de biblioteca, poblado por centenares de libros. El sofá limitaba con otra puerta que daba acceso a una habitación de matrimonio, también pobremente adornada, con la cama y otro mueble donde Carlos pudo apreciar con deleite varios volúmenes de Pessoa, Camus, Dostoievski, Cortázar, Fuentes y García Márquez, entre otros autores. Inmediatamente supo que era el dormitorio de ángel. Contigua al comedor, otra habitación de matrimonio; a mano derecha de ésta, girando en ángulo recto, un cuarto de baño que tenía enfrente otra estancia individual; y, junto a ésta, la cocina. Junto a los muebles que, si bien eran pocos, eran de muy buena calidad, varios cuadros expresionistas colgaban de las paredes. Carlos estudiaba todo aquello absorto, impregnado por la magia que residía en esa casa de ochenta metros cuadrados, y en su interior crecía un sentimiento de admiración hacia el dueño de aquel lugar, hacia ese hombre que hasta apenas unos días antes le había pasado por entero desapercibido y que ahora se le revelaba como un misterio.

Autor: Javier García Sánchez,

desde las tinieblas de mi soledad,

24-02-2017.

6 comentarios en “LA MORADA DE ÁNGEL

  1. Precisa descripció del pis de Ángel. Me sentit dins del mateix, veient cadascuna de les habitacions, els llibres, els quadres expresionistes, els mobles de caoba… Aquest Ángel resultarà ser una persona important del partit o alguna cosa així, per això van disparar-lo… ara m’has deixat amb el misteri!! Suposo que ha estat deliberat i a la pròxima entrada ens donaràs més informació, no?! Jeje 😅 Estic intrigada!!
    Bon diumenge, Javi! 😊 🌟

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  2. Moltíssimes gràcies, Lidia! Malegro que t’agradi la idea de viure en una casa sense finestres. M’oblidat de ficar-les! El paper d’Àngel… l’estic tractant de desenvolupar, però ja tinc una idea.
    Bon diumenge també per a tu, maca!

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